En una entrevista el día 11 de febrero del 2011,
un hora después de la caída de Mubarak, he dicho que todo me parece muy raro,
porque soy de una generación que no esta acostumbrada a victorias, mejor dicho
nunca ha conseguido victorias. Hoy, un año después, un año que hemos tenido
algunas victorias, siento un sabor muy amargo por una derrota muy clara. Un
sabor que no lo sentí antes. Esta vez no nos han derrotado ni la policía, ni el
régimen militar, ni los islamistas que son ya una parte
del régimen, sino hemos tenido la derrota a manos de los nuestros, todos las
fuerzas legales laicas, liberales o de izquierda. Nos pendieron desde el primer
momento, discriminaron las protestas, hablaron sobre sucesos y no actos
revolucionarios, ignoraron la sangre, y hablaban todo el rato sobre tonterías,
mirando al otro lado. Podían dar, si hubieran querido, una protección política
a los jóvenes que estaban en las calles, a través de estar con ellos. Pero,
abrieron la puerta a que un civil enfrenta al otro. Así que el régimen ha
podido sacar a los llamados “Ciudadanos de bien”, que son delincuentes comunes,
o ciudadanos que benefician de alguna relación con los militares o la policía, o
son comerciantes que están perjudicados por las protestas, para acabar con
nosotros, y con nuestra protesta, usando muchas vías violentas y no violentas.
Y han tenido éxito en ello. Esta derrota no es la definitiva, estamos todavía
al comienzo.
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